lunes, 20 de octubre de 2014

GENTILE PENSAMIENTO PEDAGOGICO

 GENTILE: EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO

La pedagogía de Gentile se identifica con su filosofía. Efectivamente, parte de dos principios a los que se dedican respectivamente las dos partes del Sumario: la realización de la identidad del educador y el educando en el acto educativo y el carácter abstracto e irreal de todo contenido particular de la enseñanza y de toda regla didáctica que deben superarse y “olvidarse” en el momento de la educación propiamente dicha.

La identidad de educador y educando no es más que un ejemplo de la superación de las distinciones entre los sujetos empíricos en lo absoluto del Yo trascendental, y que ya ha sido mencionada. Por otra parte, en el plano concretamente pedagógico, Gentile, inspirándose en San Agustín, concibe el acto educativo como un acto de amor en el que el educador al rebajarse se ensalza, e incluso como un acto en que el educador y el educando piensa no mejor dicho re-piensan la única verdad que los supera a entrambos.

Gentile critica además todas las otras distinciones que suelen hacerse comúnmente en el terreno pedagógico, sobre todo entre contenido y forma de la enseñanza, entre la materia que se enseña y él método con que se enseña.
 No existe un método abstracto y general que valga para todas las materias y para todos los maestros, “como una vestidura que puede quitarse a unos para cubrir a otros”.
En primer lugar, cada materia, cada argumento, es método de sí mismo, o sea, no es noción abstracta y aislada para memorizar, sino acto de búsqueda, de invención, más aún, de creación y, en cuanto tal, modo específico de proceder al descubrir.
Por otra parte, y en segundo lugar, es el enseñante quien siempre revive y transfigura el fuego vivo del acto de enseñar los contenidos y las indicaciones metódicas particulares de las que puede servirse en la fase preparatoria. Quien sabe de verdad, sabe enseñar; quien es hombre es también educador. 

Ésas son las bases sobre las cuales la pedagogía gentiliana puso las premisas para negar los aspectos técnico-científicos de la educación en la reforma de 1923 efectuada por el mismo Gentile, sobre todo mediante la abolición de la psicología y el aprendizaje didáctico como materias de las escuelas normales. Entre los demás aspectos de la filosofía de Gentile que tuvieron las mayores repercusiones en el plano educativo, figuran los relacionados con su concepto dialéctico del Espíritu.

La  religión, en cuanto momento necesario del desarrollo espiritual (o sea, momento del objetivismo ingenuo), representa para la masa una especie de phiksophia inferior por la que se barruntan las verdades que sólo se captan plenamente en la síntesis filosófica. En cambio, para quienes habrán de llegar a esta síntesis representa un grado de tránsito necesario. Por tal motivo, la religión debe ocupar el lugar que le corresponde en la enseñanza inferior. Así pues, sólo unos pocos pueden aspirar a la visión histórico-filosófica de la realidad como realidad espiritual; por consiguiente, Gentile considera que la educación histórico-crítica de las escuelas clásicas debe estar restringida a los pocos a quienes el ingenio destina de hecho, o bien el censo y las familias pretenden destinar, al culto de los más altos ideales humanos. Como se ve, el concepto aristocrático de la educación se contamina aquí, conscientemente, de conservadurismo social.


El concepto dinámico de una realidad espiritual que sobrepasa y congloba en sí a los individuos y que “no es agua estancada, sino llama ardiente” acabó desembocando, por una parte, en el estatalismo autoritario, y, por la otra, en la justificación y glorificación de la guerra y la violencia. En efecto, la verdadera subjetividad es superindividual y al mismo tiempo está determinada históricamente y acaba por identificarse de hecho con esa suma suprema de determinaciones históricas que es el Estado. Por sobre los Estados sólo hay una cosa, la lucha entre ellos, la Guerra,
“drama divino'', “esfuerzo en que todo, el Todo, se compromete” y, por lo mismo, “acto absoluto”.

https://es.scribd.com/doc/64213577/16/GENTILE-EL-PENSAMIENTO-PEDAGOGICO

CROCE Y LA ESTETICA


1. Estética, en el aspecto filosófico, es la disciplina que trata de lo bello (entendido en el sentido amplio que abarca lo artístico, las diferentes categorías estéticas -sublime, gracioso, lindo, ridículo, trágico, etc.-, lo bello natural, moral y cultural) y los diferentes modos de aprehensión y creación de las realidades bellas. Si se entiende por estético aquello que despierta en el hombre una sensación peculiar de agrado, potenciación expresiva y distensión adherente hacia el entorno, puede definirse la e. como la ciencia de lo estéticamente relevante, a fin de evitar el riesgo de entender lo bello de modo en exceso restringido. Los términos bello y estético no hacen aquí sino remitir a un campo de realidades que la e. debe cuidadosamente precisar. No constituye, por tanto, un círculo vicioso el uso del calificativo estético en la definición de la e., pues en principio tal vocablo no se utiliza en un sentido técnico riguroso, sino en cuanto que alude, de modo elemental y primario, a un determinado género de objetos y experiencias.
2. Problemática estética. A medida que se descubrió la interna riqueza de la experiencia e., que moviliza y tensa el ser integral del hombre, el anclaje de la misma en la intuición sensorial dio lugar a una grave y amplia problemática al ponerse de manifiesto' la diversidad de planos entitativos que se dan en la actividad y en el objeto estéticos. En éste deben distinguirse y armonizarse debidamente el plano sensible y el inteligible (el superficial-expresivo y el profundo-expresante), la figura y el tema o argumento, la forma y la materia, etc. La experiencia e., por su parte, debe moverse en diferentes niveles: metasensibles y sensibles, teóricos y prácticos (en sentido de configuradores), formales y materiales, comprometidos y desinteresados, sentimentales e intuitivos, creadores y receptivos, etc.

3. Diversidad de tendencias estéticas. La consideración unilateral de un fenómeno tan complejo como es la experiencia e., vista en toda su integralidad, difracta el análisis filosófico en multitud de corrientes, perspectivas y métodos, fecundos en cuanto a la visión del hecho estético que facilitan, pero insuficientes por la exclusividad con que son propugnados. Su estudio global constituye todo un programa de ciencia e. verdaderamente comprehensiva y fiel a las exigencias de la realidad.

Por el hecho de hallarse lo bello, entendido en el sentido amplio indicado anteriormente, concretado y realizado en entidades individuales sin reducir su alcance a cada una de ellas, vistas como entidades autónomas y aisladas, cabe abordar el hecho estético de modo empírico-científico y de modo filosófico. G. T. Fechner distinguió una «e. desde arriba» (filosófica, deductiva) y una «e. desde abajo» (empírica inductiva). Casi todos los autores presienten que esta división debe ser aceptada más con carácter complementario que dilemático. De hecho, sin embargo, suelen inclinarse con marcada preferencia, si no con patente exclusividad, hacia uno de sus extremos.
a) Método empírico-científico. Tendencia psicológica, objetivista, etnológica, sociológica, geomorfológica, evolucionista, tecnológica, histórico-cultural, etc.
b) Método filosófico. Aun siendo inaceptable la equiparación del método deductivo y el filosófico, ciertas corrientes filosóficas tendieron a elaborar sus teorías e. a partir de principios generales y sobre una base experiencial precaria. Ello ha provocado fuertes reacciones, un tanto extremistas, de carácter antiespeculativo, como puede verse en los esquemas siguientes relativos a la diversificación interna del método filosófico.

4. Orientación actual de la estética. Dentro de la inevitable diversidad de orientaciones e., se advierte actualmente una voluntad decidida de integralidad y precisión. Sobre esta actitud de fecunda apertura al fenómeno estético en toda su riqueza y alcance, gravita la influencia complementaria de varias orientaciones filosóficas recientes: la axiología (Rickert), la fenomenología (Husserl, M. Geiger), la teoría de la expresión (Scheler, Cassirer), la filosofía de la vida (Dilthey, R. Müller-Freienfels), el personalismo existencial (Ebner, Buber, Marcel, E. Brunner), el movimiento existencial (Heidegger, Jaspers). El mensaje global de estas corrientes podría caracterizarse como el empeño de elaborar una teoría bien diferenciada de la categoría de objetividad, que permita hacer la debida justicia a los objetos-de-conocimiento que, por no reducirse a meros objetos, ofrecen un carácter constitutivamente ambiguo, en el sentido más positivo del vocablo, atmosférico y complejo. De ahí la tendencia general de la e. contemporánea a tensar sus recuerdos gnoseológicos para dar alcance, en su irreductible complejidad, a los fenómenos inquebrantablemente bipolares de la e., evitando toda violenta reducción de los mismos a sus elementos integrantes. Por eso consagra especial atención al estudio de los temas siguientes:

1) La sensibilidad humana, su relativa autonomía en el campo estético y su constitutiva versión a la inteligencia y, con ello, al ámbito de las realidades metasensibles.

2) La intuición creadora en su condición sensible-intelectual, supraempírica y discursiva, teórica y práctica, especulativa y experiencial.

3) El proceso genético de creación, ejecución y contemplación artísticas (fenomenología de la experiencia estética, de la formatividad, e. operatoria).

4) El objeto estético en toda su variedad y complejidad. Se procura evitar el objetivismo empirista mediante la puesta en juego de un modo tenso de pensamiento que estudie el objeto en su relación viva con el sujeto y a la luz de la idea general de lo bello. (En esta línea metodológica se hallan gran parte de los análisis actuales sobre el objeto estético y sus diversos planos, la obra de arte, su origen y dialéctica interna, las categorías estéticas, el ritmo musical, la apertura a lo sacro por parte de las artes plásticas, las «leyes» que rigen las interrelaciones de las formas, etc.).

5) El carácter «envolvente» de los objetos de conocimiento que, más que cosas, son ámbitos que plenifican al sujeto que se inmerge en su campo de influencia con la disposición debida (e. personalista, e. analéctica).

6) Lo que «acontece» en el encuentro de un sujeto creador, ejecutante o contemplador y un objeto estético (e. del acontecer de lo bello).

7) El sentido y alcance del fenómeno de integración de los elementos que constituyen la experiencia e. y la relación de esta forma singular de unidad con la fundación de belleza (e. fenomenológica existencial).

8) La vinculación profunda que media entre la autoconstitución expresiva y la eclosión de belleza (e. del lenguaje), el compromiso con las grandes realidades del entorno y la autonomía creadora (estudios sobre la relación de arte y e., la socialidad del arte, el impersonalismo artístico, el realismo crítico, la deshumanización del arte en aras de un proceso de objetivización hostil a las formas eminentes de objetividad, etc.).

9) El estatuto ontológico del objeto estético. El estudio de la historia de la e. deja en claro que sólo el análisis preciso y profundo de los diversos modos de realidad y, por tanto, de objetividad, permite salvar los escollos opuestos, pero igualmente nefastos, del objetivismo y el subjetivismo que no han podido evitar ciertas corrientes, en sí fecundas, de la e. moderna.

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