lunes, 20 de octubre de 2014

BENEDETTO CROCE

El pensamiento de Croce


Si bien es cierto que el idealismo de Croce procede de la dialéctica hegeliana, se presenta como una reforma de la misma, colocando en lugar de la noción de oposición la de distinción. Entre las cuatro formas del espíritu no existe oposición, sino que ellas se distinguen recíprocamente a partir de una doble diferencia: entre el dominio teórico y el dominio práctico por un lado, y entre lo particular y lo universal por otro.

El principio fundamental de su filosofía es que la actividad espiritual (mental) constituye la realidad absoluta. El hombre no posee nada más que la experiencia inmanente de su espíritu. No existe mundo objetivo fuera de la conciencia subjetiva que posee la mente de su propia actividad, que adopta dos formas: una intelectual y otra práctica. La actividad intelectual se divide a su vez en intuición (arte) y abstracción (filosofía); la actividad práctica de la mente se divide por su parte en economía y ética.




La estética es el tema dentro de la filosofía de Croce que ha conocido mayor resonancia. Croce reivindica la absoluta autonomía del arte respecto a cualquier otra actividad humana. El arte es intuición lírica, absolutamente desinteresada y autosuficiente. Es una síntesis entre un contenido de carácter sentimental y una forma de carácter intuitivo. La intuición artística forma un todo con la propia expresión, de ahí la identificación de la estética con una especie de lingüística general.

La actividad crítica literaria de Croce influyó profundamente en la cultura italiana de la primera mitad de siglo, pero está marcada por una contradicción entre sus propias posiciones teóricas generales y su gusto personal de orientación clasicista, que le llevó a sobrevalorar a autores como Carducci y a marginar significativas expresiones literarias del siglo XX. Todo ello termina por devaluar su trabajo como crítico literario.

La lógica o filosofía indaga los conceptos puros, o auténticamente universales, frente a los pseudoconceptos propios de las ciencias; y tales son las cuatro formas del espíritu. Pero las cuatro categorías: lo bello, lo verdadero, lo útil y lo bueno, sirven para calificar la realidad, funcionando como los criterios de todo juicio histórico. La filosofía desemboca así en una metodología de la historiografía. Croce critica las pretensiones metafísicas de la filosofía, cayendo también en este punto en una contradicción con su reivindicación del idealismo, primero, y del historicismo después.




Dado que para él la historia es la única realidad, el conocimiento histórico será también el único conocimiento dotado de validez teorética. Aparte del conocer histórico está también el actuar histórico, que se desarrolla a través de conflictos provocados en la esfera de lo económico, así como en la esfera de las idealidades morales. Pero en el desarrollo histórico existe también una racionalidad inmanente: la historia humana es siempre historia de la libertad, a pesar de que a veces se eclipse. Se trata de una concepción fundamentalmente hegeliana que en Croce se explica por la necesidad de hacer frente al fascismo.

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